Por Franklin Iriarte
“Cuando Jesús lo vio tendido y supo que había estado en esa condición por mucho tiempo, le pregunto ¿quieres ser sano? “ (Juan 5:6)
Hacer esta pregunta a alguien que visiblemente necesita sanidad, parece algo ridículo. Por supuesto, que la sanidad es algo necesario. Pero por muy ridícula que parezca hacer este tipo de pregunta a una persona enferma, la pregunta de fondo es si en realidad harás una decisión en cuanto a la sanidad. ¿Estás dispuesto a hacer el trabajo duro de enfrentar situaciones difíciles, momentos dolorosos, amarguras, frustraciones, heridas y admitir rencores ocultos? ¿Estaré dispuesto a exponer la dureza de mi corazón que me mantiene estancado en el mismo lugar por tanto tiempo? ¿Estoy dispuesto a salir de mi escondite “seguro” de apariencia y exponer mi vida para que sea lo que Dios siempre ha querido que fuese? ¿Estoy dispuesto a darle el control de mi vida a Dios? ¿Estoy dispuesto a reconocer que no soy lo suficientemente inteligente para descifrar todo lo que está pasando en mi vida? En una puerta, hace 2,000 años mas o menos, Jesús hizo esta pregunta ¿Quieres ser sano? “Señor, dijo el inválido, no tengo nadie que me ayude”. Pero en ese momento estaba allí el gran sanador y maestro de todos los tiempos, Dios mismo hecho hombre, Jesús, quien no hizo una exhibición de poder, sino que una exhibición de compasión y misericordia, demostrando que su poder intacto es capaz de transformar cualquier herida, dolor, invalidez y cualquier imposibilidad en sanidad y la posibilidad de mirar y encontrar plenitud. Dios te ama, y Él quiere sanarte. La pregunta es: ¿Quieres tu ser sano?
Bendiciones
Gentileza: Pr. Franklin Iriarte, Pastor Iglesia de Quillota
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