Confesiones

Todo es posible para Dios

7.12.09

Estaba tranquilamente disfrutando de mi bebecito hace un rato, cuando de repente comenzó a llorar sin razón aparente. Podría especular muchas razones para ello, pero esta vez me limité a pensar que ya tenía todas sus necesidades cubiertas, ya le cambié el pañal, ya le di leche y solo podía llorar o de sueño o porque le duele algo.

Al principio me culpé de que tal vez estaba haciendo algo mal, pero luego pensé, porqué quejarme, cuando tengo un Dios que es un Padre amoroso dispuesto a ayudarme!
Entonces, clamé a Dios y en ese clamor me di cuenta que me estaba dando por vencida, estaba entregándole todo el control a Él. Al comienzo me faltaba la fe suficiente para confiar en que Dios realmente quiere y puede hacer algo para calmar a mi hijito de su malestar.
Fue entonces cuando tuve que renunciar a toda duda y confiar de corazón en Dios.

Cuando nosotros ya no podemos más, cuando nuestras fuerzas ya no dan más y cuando las cosas escapan de nuestro control, debemos recordar que Dios siempre tiene el control, aún de nuestras propias vidas, si le permitimos ser el Señor de nuestra vida.

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