Estas últimas semanas han sido muy difíciles para nosotros, ya que recientemente murieron un amiga muy querida y mi abuelita paterna. Ambas ya sabían del Señor Jesucristo, pero no estoy segura de que hayan tomado una decisión por él a último momento.

El caso es que mi amiga estuvo hospitalizada casi un mes sin que yo supiera si ya se había recuperado o no. Muchas veces hablamos de ir a visitarla, pero siempre surgía algo que nos hacía cambiar de opinión. Cuando su hermana vino a la casa para cobrarnos la renta del departamento nos contó que ya, después de un mes de haber ingresado a Cuidados Intensivos, llevaba 4 días que había fallecido. Yo no lo podía creer... mi querida amiga estaba muerta y enterrada y yo ni si quiera me había despedido! Ha sido muy doloroso.

Para colmo, la semana siguiente mi abuelita paterna falleció a los 93 años a 200 kms. de mi casa. Aunque había ido un mes atrás a hablarle del Señor y a despedirme, sabiendo que en cualquier momento partiría, me quedé con la misma incertidumbre. ¿Habrá ido al Cielo?

Dos muertes distintas que nos hicieron pensar en una misma cosa: "Si tan solo hubieramos ido a verlas, si les hubiera hablado por última vez del Señor Jesús"... pero ya es tarde para eso. Sin embargo, cada día tenemos una nueva oportunidad de hacerlo, de contales a otros lo que el Señor Jesús ha hecho por nosotros y cómo ha cambiado nuestras vidas. Contarles lo que Él quiere para sus vidas, las promesas que tiene para todos nosotros y sobre todo que Él va a regresar! a buscar a su Iglesia.

Así que tuvimos que secarnos las lágrimas, tomar la Biblia, incarnos a orar y salir a contar a otros del Señor Jesús.